miércoles, 16 de octubre de 2013

¿TRISTEZA CON PROPÓSITO?



“La tristeza que viene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación… mientras que la tristeza del mundo produce muerte” 2ª Cor. 7:10

“TRISTEZA CON UN PROPÓSITO”

¿Cuántas veces no le hemos cuestionado a Dios nuestros sufrimientos o los sufrimientos del mundo? Muchas veces esto llega a ser la razón por la que nos alejamos de Dios o ni si quiera nos damos la oportunidad de conocerlo.

Leyendo la segunda carta de Pablo a los Corintios, pude ver reflejada en sus palabras la reflexión de las tristezas o momentos difíciles que le acontecía. Siendo abierto en cuanto a sus preocupaciones,  siempre recordando y fortaleciéndose en que todo lo que vivían valía la pena. Ya que sabían que esos sufrimientos eran momentáneos, y que ese sufrimiento les permitiría ser consolados por Dios, y que con esa misma consolación recibida podrían consolar a otros.

Pero como dice la segunda parte, la tristeza del mundo trae muerte. Y es esa tristeza que al no estar puesta en Dios, se convierte en una muerte de tu paz, muerte de tu esperanza, te vuelves duro y con incapacidad de amar o disfrutar la vida. Quizá te pueda llevar a una depresión tan extrema que no encuentres razón alguna de continuar.

Esa no es la tristeza que Dios quiere para ti, quiere mostrarte que tu vida no carece de sentido, y que esa tristeza es momentánea y puede llegar a tener un propósito en él si te atreves a dejar que tome total control de la situación. No es lo mismo tomar decisiones cuando has perdido toda esperanza o decidir después de haber sido consolada en lo más profundo de tu corazón por alguien que estuvo dispuesto a dar su vida por el mundo.

O sea, que la tristeza que tiene un propósito es aquella que nos lleva a reconciliarnos con Dios, aquella que nos recuerda que no es en nuestras fuerzas, sino que dependemos totalmente de aquel que nos amó primero. Tristeza que nos lleva a arrepentirnos de no considerarle en nuestros caminos, tristeza que nos lleva a conocer aún más su gracia, misericordia y gran amor.

De esta misma tristeza podemos estar seguros que recibiremos consuelo de Dios a través de algún amigo, nuestra familia, de su palabra, de sus promesas, del mismo Espíritu.
Esto nos recuerda que nuestra vida no termina aquí en la tierra, sino que va mucho más allá, a veces nos afanamos por las cosas de aquí, de ahora, las cosas que prácticamente son pasajeras, pero debemos fijarnos en lo que no se ve, porque eso que no se ve es eterno. (2ª Cor. 4:18)

miércoles, 2 de octubre de 2013

Glorias pasadas...



Glorias Pasadas
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,  prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:13-14
A pesar de no saber como comenzar estas líneas o cómo manejar la introducción, sé que quiero ser concisa y espero que esto que les puedo compartir sea de gran aprendizaje como lo acaba de ser para mí.
En una conversación bastante profunda con un anónimo, me comentaba el sentirse a medias, a pesar de tener “todo aquello que deseaba”. Lo pongo entre comillas porque al hacer unas preguntas, ésta frase cambió rotundamente. La pregunta del millón de dólares, ¿qué quiero? ¿a dónde voy?. Quizá podamos contestar un “quiero lo que Dios quiere”, pero ¿qué hay cuando la realidad de nuestro corazón difiere a lo que nuestra parte “racional” habla?
Muchos de nosotros llegamos a sentir esa breve frustración por no poder hacer las cosas que hacíamos antes. Conforme vamos creciendo vamos adquiriendo responsabilidades diferentes, las cuáles nos llevan a cambiar nuestro ritmo de vida, quizá antes salías todos los sábados con los amigos y podías estar hasta las 8 am platicando bobada y media, y ahora te la pasas en tu cuarto estudiando hasta la madrugada para presentar ese examen o ese trabaje trabajo tan importante. Y uno piensa en “me volví aburrido”, quizá hasta la misma gente que te rodea te cuestione y reafirme la idea de que ahora estas chocheando.
Estas cosas nos hacen querer volver a esos momentos de “diversión”. Y muchos entran en la crisis de “Peter Pan” y vivir en el mundo de “Nunca Jamás”. Pero la realidad es otra, y es que esta mentalidad no nos permite ver hacia delante, por voltear a las glorias pasadas no vemos la meta que está frente a nosotros. No disfrutamos ni valoramos aquello que Dios nos da y nos permite vivir hoy, y si seguimos así no disfrutaremos lo que nos de mañana, y no me refiero a cosas materiales, sino a aquellas cosas que permanecen a través del tiempo.
Es por eso que estas palabras de Pablo, nos recuerdan que el lugar del pasado es ahí atrás. No lo convirtamos en una carga más.